Tangos para Agus

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Esquina porteña

En su libro «Cuando pasa el organito», Celedonio Flores incluyó un poema titulado «Corrientes y Esmeralda» que, en 1933 y con música del pianista Francisco Pracánico, se transformó en una de las piezas más conocidas del repertorio tanguero.

Sin embargo, si miramos una imagen actual de esa esquina, no parece gran cosa. Hasta diría que se le va la mano de ordinaria. ¿Cómo puede ser, entonces, que haya merecido un tango?

Resulta que el tango se refiere a esa esquina a fines del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX, cuando era -sin duda- el centro geográfico de la vida nocturna de la «Gran Aldea», como se la conocía a Buenos Aires.

La calle Corrientes, en su cruce con Esmeralda, cuando todavía el transporte era a caballo.

Algunos detalles.

  • Casi todos los transeúntes son hombres,
  • Casi todos los hombres lucen sombrero canotier o «canotié», también llamado «sombrero rancho». De bajo costo, fresco, y con un ala protectora del sol, era el preferido en verano.
  • El policía de tránsito luce un casco «pieckelhaube», diseñado en 1842 por el rey Federico Guillermo IV de Prusia. Salvo el pinche metálico, el resto era de cuero lustrado.
  • Los conductores usan sombrero bombín u hongo, de fieltro.
Calle Esmeralda, en su cruce con Corrientes. La foto es de 1886.

Bueno, basta de dar vueltas; escuchemos el tango en la versión de Adriana Varela y la orquesta de Leopoldo Federico.

No se entiende mucho, ¿no? Agus, si querés, escuchalo de nuevo, y contame…

Así que, si estás de acuerdo, vamos a analizarlo, estrofa por estrofa.

Empecemos:

Amainaron guapos junto a tus ochavas
cuando un cajetilla los calzó de cross
y te dieron lustre las patotas bravas
allá por el año… novecientos dos…

El término “cajetilla” equivale, en lunfardo, al término inglés “dandy”. Es un adjetivo, aceptado por la Real Academia Española, que se refiere a un hombre presumido. El vocablo posiblemente derive de «chaquetilla», es decir una chaqueta corta y ajustada. El «cajetilla» viste con elegancia, se comporta de modo arrogante y goza de una posición social acomodada.

Lo interesante es que este «cajetilla» no es uno cualquiera, sino un personaje real y tan famoso, que el Aeroparque de Buenos Aires lleva su nombre. Efectivamente, se trata de Jorge Newbery.

En el tango se hace referencia a que Newbery introdujo el boxeo en nuestro país. Y no olvidemos que el Negro Cele fue boxeador. Así que es justo que su tango comience con un reconocimiento a su ídolo.

Sigamos con la siguiente estrofa:

Esquina porteña, tu rante canguela
se hace una melange de caña, gin fitz,
pase inglés y monte, bacará y quiniela,
curdelas de grapa y locas de pris.

Bueno, en la versión de Adriana Varela, el primer verso dice «Esquina porteña, vos hiciste escuela». Pero acá puse el poema original que, sin duda, es más difícil de entender.

«Rante» es «atorrante», y «canguela» puede referirse a alguien flojo, ruin, y de poco carácter. O sea que estaríamos tipificando a uno de los grupos sociales que, junto con las «patotas bravas», habitaban en esa esquina.

Otra opción es que la palabra «Canguela» se refiera a un cabaré de bajo nivel social, donde hay una mezcla (melange) de

  • juegos de azar, (pase inglés, monte criollo, bacará y quiniela),
  • bebidas alcohólicas de baja calidad, (caña, grapa y ginebra con gaseosa, es decir «gin fitz»),
  • borrachas (curdelas),
  • drogas (pris)

Explicación adicional: «pris» es un vocablo que deriva del francés «prise» y que aquí significa una «pizca» de cocaína.

Ahora la pregunta es si había un cabaret en la zona, y efectivamente es así. De hecho, se menciona en el segundo verso de la siguiente estrofa.

El Odeón se manda la Real Academia
rebotando en tangos el viejo Pigall,
y se juega el resto la doliente anemia
que espera el tranvía para su arrabal.

En Corrientes 825, es decir entre Esmeralda y Suipacha, más específicamente en el vestíbulo del Teatro Royal que ocupaba el primer piso, funcionaba el cabaré Royal Pigall.

Ahora, ¿Por qué se lo llama «viejo» Pigall? Porque el Royal Pigall desapareció a comienzos de la década de 1920, para ser sustituido por el cabaré Tabaris, inaugurado el 7 de julio de 1924.

Otra foto de Corrientes y Esmeralda, tomada desde la ubicación del Royal Pigall.

Pero antes del Pigall, se menciona al Teatro Odeón, que formaba parte del hoy desaparecido edificio de Emilio Bieckert (1891), proyectado por el arquitecto Ferdinand Moog.

Edificio Bieckert

En este edificio había de todo. Por ejemplo, en la planta baja funcionaba el restaurant-cervecería Royal Keller (Obviamente, vendían «Cerveza Bieckert»), y sobre la calle Corrientes estaba la entrada al Royal Hotel, que ocupaba los pisos superiores.

Edificio Bieckert (1891).

En lo que se refiere al tango, a la derecha de la foto, sobre la calle Esmeralda hacia el Sur, se ve la entrada del susodicho Teatro Odeón (Esmeralda 367).

Entrada al Royal Hotel por la mano de Corrientes y al Teatro Odeón por la mano de Esmeralda

Al decir que el Odeón se manda la Real Academia, Celedonio se está refiriendo a la presentación en 1897 del clásico español «La Dama Boba» de Lope de Vega, por la compañía del matrimonio de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza.

Teatro Odeón.

El público demostró tal entusiasmo durante las representaciones de los clásicos españoles, que la actriz y empresaria decidió homenajear a Buenos Aires con la construcción de un teatro dedicado a ese género, el Teatro Cervantes.

Teatro Nacional Cervantes, ubicado en Avenida Córdoba 1155, a una cuadra del Teatro Colón. Foto de 2006.

De hecho, la compañía de María Guerrero inauguró su nuevo teatro con La Dama Boba el 5 de Setiembre de 1921. En 1926 pasó a ser Teatro Nacional, a partir de una iniciativa del presidente Marcelo Torcuato de Alvear.

Un dato adicional sobre el teatro Odeón es que allí se realizó la primera proyección cinematográfica de Argentina en 1896.

La estrofa termina con una mención a los más humildes quienes, exhausto después de un día de trabajo, esperan el tranvía para regresar a sus casas en los arrabales

Hotel Royal, con entrada por Corrientes. El tranvía 86 hacia Villa Devoto viene subiendo por Corrientes, que en aquel entonces era mano hacia el oeste.

El trazado de tranvías hacia los suburbios escondía una broma de no muy buen gusto. La línea 13, que se ve en la siguiente foto, tenía como «destino final» el cementerio de La Chacarita. Cuando los tranvías pasaron de la «Anglo-Argentina» a la «Corporación de Transportes, el «tranvía 13» fue eliminado.

Calle Corrientes en su cruce con Esmeralda, con vista hacia el este (El Bajo). Sobre la derecha está la entrada al Hotel Royal y se aprecia una fila de tranvías, con el «yeta» 13 en primer término.

Siguiente estrofa:

De Esmeralda al norte, pa’ lao de Retiro,
franchutas papusas caen en la oración
a ligarse un viaje, si se pone a tiro,
gambeteando el lente que tira el botón.

Literalmente se refiere a las prostitutas (franchutas papusas) que al caer la noche (es decir la última «oración» de la liturgia de las horas, a las 9 pm) consiguen algún cliente (ligarse un viaje), si se presenta la ocasión (si se pone a tiro), eludiendo (gambeteando) la mirada del policía (el lente que tira el botón).

Por motivos obvios, la inclusión de esta estrofa en el tango ha sido bastante problemática, con muchos cantores eliminándola o reemplazándola por otra más suavizada… Por ejemplo, escuchá la versión de Edmundo Rivero,

donde esa estrofa a sido cambiada por esta otra,

De Esmeralda al norte, pa’ lado de Retiro,
Montparnasse se viene, al caer la oración,
en la francesita que con un suspiro,
nos vende el engrupe de su corazón.

En la versión de Edmundo Rivero también falta la siguiente estrofa del tango,

En tu esquina un día, Milonguita, aquella
papirusa criolla que Linnig cantó,
llevando un atado de ropa plebeya
al hombre tragedia tal vez encontró…

Se refiere al personaje del tango Milonguita escrito por el poeta uruguayo Samuel Linnig en 1920, y que, en una se sus estrofas, dice:

Cuando sales por la madrugada,
Milonguita, de aquel cabaret,
toda tu alma temblando de frío
dices: ¡Ay, si pudiera querer!…
Y entre el vino y el último tango
p’al cotorro te saca un bacán…
¡Ay, qué sola, Estercita, te sientes!
Si llorás…¡dicen que es el champán!

El último verso imagina un posible encuentro entre «Milonguita» y el “hombre tragedia” de la obra El hombre que está solo y espera de Raúl Scalabrini Ortiz, que se publicó poco antes de que Celedonio Flores escribiera su poema. En esa obra, Scalabrini Ortiz menciona al “hombre arquetipo de Buenos Aires, el hombre de Corrientes y Esmeralda”.

La siguiente estrofa dice:

Te glosa en poemas Carlos de la Púa
y el pobre Contursi fue tu amigo fiel
en tu esquina rea, cualquier cacatúa
sueña con la pinta de Carlos Gardel.

Comienza mencionando a Carlos de la Púa (1989-1950), uno de los más grandes poetas del lunfardo y a Pascual Contursi, de quien ya hablamos. Adriana Varela dice «Pascual Contursi», pero el poema menciona al «pobre» Contursi. Se está refiriendo a su fallecimiento en 1932, después de varios años de demencia.

Dicen que Gardel nunca grabó este tango, no porque no le gustara, sino como una señal de modestia, ya que se lo mencionaba directamente. Suena bien, pero es más realista imaginar que se debió a motivos contractuales. El tango fue aquirido por la Víctor, mientras que en ese momento Gardel tenía un contrato exclusivo con el sello Odeón.

Al parecer, Gardel sí cantaba el tango en sus actuaciones en vivo, cambiando su nombre por el de Charles Boyer o Maurice Chavallier, dos celebridades francesas del momento.

En la versión de Adriana Varela falta la estrofa final, que si aparece en la versión de Edmundo Rivero, aunque con un verso menos…

Esquina porteña, este milonguero
te ofrece su afecto más hondo y cordial
cuando con la vida esté cero a cero
te prometo el verso más rante y canero
para hacer el tango que te haga inmortal

Aquí termina el tango pero hay algo más que contar sobre esta esquina emblemática de Buenos Aires, que no es tan «rante y canero» (es decir, atorrante y carcelero)

Durante 1926, en el sótano del Royal Keller, Alberto Hidalgo «editó» la «Revista Oral», en la que participaban grandes artistas de vanguardia, como Macedonio Flores, Jorge Luis Borges, Norah Lange, Francisco Luis Bernárdez, Emilio Pettoruti, Eduardo González Lanuza, Brandán Caraffa, Leopoldo Marechal, Roberto Ortelli y… Sacalabrini Ortiz.

En cada edición de la revista, según comentara Leopoldo Marechal,

Alberto Hidalgo se ponía de pie y de repente decía «Año 1, número 3» y luego venían los editoriales, las colaboraciones, se leían poemas, se hacían críticas literarias generalmente furiosas. Asistido por un público muy heterogéneo, además, en fin, de nuestro grupo; al culminar la medianoche de los sábados teníamos como público una gran cantidad de muchachos y muchachas que estaban esperando que se abriera el Tabarís, en la sección nocturna, entonces para hacer tiempo se acercaban a nosotros y escuchaban con gran interés.

«Macedonio Fernández según Leopoldo Marechal. Un hombre extraordinario», La Maga (Buenos Aires, 19 de setiembre de 1991).

Una foto más, con el Hotel Royal en el centro de la imagen, el techo abovedado del Teatro Odeón a la derecha, y a la izquierda, a mitad de cuadra sobre la mano opuesta, el Palace Theatre, propiedad de Max Gluksmann.

Teatro Roi (antes llamado Royal). A mitad de cuadra sobre la mano derecha, el Palace Theatre, propiedad de Max Gluksmann. A la derecha, el techo abovedado del Teatro Odeón (en Esmeralda 367), propiedad de Emilio Bieckert.

Pero algo más está pasando en esta foto: Ya desapareció una de las esquinas. Han comenzado a caer las casas de la vereda norte. Se viene el ensanche de la calle Corrientes, del que hablamos la semana pasada.

Corrientes, recién terminados los trabajos de ensanche, esquina Esmeralda. Foto de 1937.
Corrientes en su cruce con Esmeralda después del ensanche. Vista hacia el Bajo.

¿Y qué pasó con el edificio Bieckert? Pues, como atestigua la foto siguiente, se salvó de la demolición, ya que estaba en la vereda sur.

Foto de 1945, donde todavía se ve el Edificio Bieckert 

En 1985, el edificio Bieckert fue declarado como bien protegido por su interés cultural y arquitectónico. pero su estado era penoso, tapado de carteles.

El «tiro del final» fue dado en 1990, cuando esa protección fue revocada. El edificio fue demolido y se convirtió en una playa de estacionamiento.

Avenida Corrientes, después del cambio de mano.
Corrientes y Esmeralda. El tránsito por Corrientes ya es de una sola mano, aunque va hacia el oeste, en sentido opuesto al actual. Se destacan los cines Porteño y Ópera, justo antes del cartel de «Aceite Ricoltore».

Y este fue, si se quiere, el verdadero final de «Corrientes y Esmeralda». No queda ni un ladrillo de «La Esquina Porteña». Sólo permanece su recuerdo en un tango en lunfardo que, tantas décadas después, nos resulta exótico y casi ajeno…

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