Tangos para Agus

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Culpas ajenas

La semana pasada hablamos de «el pibe Ernesto», como se lo conocía a Ernesto Ponzio, el famoso autor del no menos famoso tango «Don Juan». Si los memoriosos no mienten, escribió ese tango «fundacional» cuando tenía sólo 13 años. Para ser tan joven, ya era un asiduo habitué de los más renombrados cabarés y prostíbulos de Buenos Aires, donde se ganaba la vida como violinista.

Formó innumerables conjuntos fugaces como, por ejemplo, con el también violinista Genaro Luis Vázquez y el flautista Luis Teisseire (1883 – 1960), o con su queridísimo amigo, el clarinetista Juan Carlos Bazán (1887 – 1936), a quien todos conocían como «El Gordo Mamadera».

También formó un trío con el flautista José Dionisio Fuster (1886 – 1928) y el guitarrista Carlos Alberto Canaveris Gaytan (1858 – 1910), apodado el «Pardo». Y no nos olviedmos del guitarrista Eusebio Aspiazú (1865 – 1945), apodado el cieguito (por motivos obvios) y del arpista Tano Tortorelli.

Agus, ya habrás notado algo raro, ¿no?: Violín, flauta, clarinete, guitarra, arpa… ¿Y el bandoneón? Bueno, estamos hablando de una época anterior a la incorporación de ese instrumento en la orquesta típica. Recién en 1911, Ernesto Ponzio formó un trío con Eduardo Arolas en el bandoneón, y Leopoldo Thompson en guitarra.

Ya hablamos de sus problemas con la ley, y sobre cómo, al salir de su última condena, puso -junto con su esposa- un almacén en Lanús Oeste.

Pero el tango pudo más, y el 26 de enero de 1932 volvió a aparecer en público, esta vez en el Teatro Nacional de Pascual Carcavallo, dirigiendo la orquesta de la Guardia Vieja. Contaba con tres violines, dos pianos, dos guitarras y un contrabajo. Como correspondía, nada de bandoneón. En el espectáculo esta orquesta recreaba el nacimiento del tango y su evolución hasta la llegada de la Guardia Nueva (… y el bandoneón), representada por la orquesta de Roberto Firpo.

Ese espectáculo fue un éxito, y se presentó también en el Teatro Artigas de Montevideo.

En una entrada anterior mostramos su participación en la primera película sonora, «¡Tango!», estrenada el 27 de abril de 1933. Allí aparece al frente de su orquesta, en el que seguramente es su único registro fílmico. Toca «El entrerriano», que es bailado por El Cachafaz e Isabel San Miguel. Pero, aunque no aparece directamente en la imagen, su orquesta también interpreta los temas «Don Juan», «Yo soy así pa’l amor» y «La chiflada»; estos dos últimos cantados por Tita Merello.

El 24 de marzo volvió a tocar en el Teatro Nacional en la obra «De Gabino a Gardel». Esa fue la última vez que Gardel se presentó ante el público argentino.

Si. Obviamente, Ponzio y Gardel se conocían. De hecho, Gardel grabaría un tema muy especial de Ponzio, llamado «Culpas ajenas» de 1929. Con letra de Jorge Curi.

Carlos Gardel: «Culpas ajenas»

Prestá atención a la letra. Después de la historia que te conté la semana pasada, todo cobra sentido, ¿no?

 Volvió de nuevo a mi barrio
tal vez condolido
y un poco más viejo.
Aquel que entre los muchachos
era el más querido,
era el más travieso;
pero hay congojas en su alma,
su acento es sombrío,
se ve que sufrió y trae para sus amigos
consejos muy sanos que solo aprendió.

(Recitado)
Recuerdo una noche,
mi amigo ultrajado,
se jugó la vida
con otro varón.

Porque provocado e injuriado sin razón
lo hirió la vergüenza y a conciencia lo ultimó.

(Recitado)
La cárcel maldita,
lo hundió en sus sombras
cuando en su defensa
esa noche mató.

Hoy se ve en su rostro que la huella del dolor
marchitó la vida de aquel hombre en la prisión.

Salió... ya está entre nosotros
cumplió su condena,
está en libertad,
y piensa formar un nido
de amor y ternura,
de gloria y de paz.
Y echar un manto de olvido
al tiempo pasado, de su perdición.
Luchar y reivindicarse
con todas las fuerzas de bravo varón.

Escrito al poco tiempo de salir de la carcel, es un tema claramente autobiográfico, y parece ser una especie de expiación por el homicidio que cometió, «echando un manto de olvido al tiempo pasado, de su perdición».

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