Tangos para Agus

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Pichuco y Gato

En diciembre de 1939 y con sólo 18 años, Piazzolla debutó en la orquesta de Troilo cubriendo el puesto de un bandoneonista que estaba enfermo.

Piazzolla es el primero de la fila de bandoneones.

Tiempo después, ante una indisposición de su arreglador, Argentino Galván, Troilo le pidió a Piazzolla que se ocupara de un candombe que iban a presentar a un concurso de Radio El Mundo. Y lo hizo tan bien, que ganaron. Lamentablemente, la orquesta de Pichuco nunca grabó esa pieza, llamada «Azabache». Así que, Agus, te lo debo…

Hubo que esperar hasta el 3 de mayo de 1943 para que Troilo grabara el primer tango arreglado por Piazzolla. Se llama «Inspiración», y aquí va en su registro original para la RCA Victor.

En este pieza hay de todo, pizzicatos, trinos, cromatismos… Pero claramente no era suficiente para Piazzolla. Fijate en esta otra versión, ejecutada por su primera orquesta, cuatro años después:

Todavía es un Tango «convencional», comparado con los que vendrán una década más tarde; pero se distinguen en las cuerdas las breves notas disonantes de las acciaccaturas, y un mayor desarrollo contrapuntístico.

Como ya comentamos al hablar de Garello, Troilo corregía con mucho rigor los trabajos de sus arreglistas. Y de todos ellos, Piazzolla fue quien más resintió estas «traiciones». Pero hay que entender que Troilo tenía, por un lado, que tocar temas para los «salones bailables» donde se presentaba, y, por otro lado, debía atender a las limitaciones de sus propios músicos, quienes no necesariamente estaban preparados para las complejidades que pretendía alcanzar Piazzolla.

Es posible que Piazzolla no les haya caído bien a sus compañeros de orquesta, tanto por sus bromas, muchas veces fuera de tono, como por sus difíciles arreglos. El mismo Piazzolla recordaría que los músicos «me empezaron a tener bronca… me rompían los ejercicios».

Troilo le había puesto a Piazzolla el apodo de el «Gato». En lunfardo, se refiere a una persona que vive de la noche. Pero en este caso no podía haber nada más alejado de la realidad. Por el contrario, Piazzolla era un trabajador incansable y de vida metódica, dentro de los márgenes que le permitía trabajar en una orquesta de Tango que, por su naturaleza, implica largas noches de trabajo.

Troilo, en cambio, era su contracara y, sin duda «vivía de la noche». Le gustaba el juego, el whisky, y la «pichicata«, especialmente el «cocó» (Seguro que entendés a que me refiero y, si no, escuchá los tangos «Griseta» o «Tiempos viejos«…).

Pero, bueno, después de esta breve digresión, digamos que Piazzolla terminó abandonando la orquesta, y no en buenos términos.

Los motivos son obvios, y están muy bien condensados en la frase de Hermenegildo Sábat que cité la semana pasada de manera incompleta.

Si uno escucha a Troilo desde su origen hasta el final, ve una evolución muy marcada, constante, en su forma de expresar la música y de vincularse con ella. Piazzolla, en cambio, arrancó en quinta velocidad y siguió en quinta.

Piazzolla siguió haciendo arreglos para Pichuco, y este le demostró siempre un gran respeto, como cuando le encargó su tango más querido, «Responso»,

Por su parte, Troilo fue uno de los pocos músicos «consagrados» en grabar temas de Piazzolla, como «Para lucirse» (TK, 1950) «Prepárense» (TK, 1951), «Triunfal» (TK, 1953) y «Lo que vendrá» (Odeon, 1957).

Pero Piazzolla estaba librando una lucha a muerte para abrirse paso en un ambiente hostil, y en varios reportajes se iba de boca en sus referencias a Troilo. Por su parte, Pichuco entendía de que se trataba, y nunca respondió a esos comentarios.

Para terminar con todas las insidias y calumnias que circulaban, en marzo de 1970 Piazzolla hizo pública una nota que Pichuco le había enviado en tres años antes:

-Querido Gato:
Siempre me he honrado con tu amistad. Mucho más ahora que ha pasado tanta agua debajo del puente. Ahora, repito, sólo me queda pedirle a Dios que te dé tranquilidad, y a mí que no me desampare. ALGO HEMOS HECHO PARA MERECERLO. 
Te abraza. Pichuco

En ese mismo año de 1970, a pedido de la RCA Victor, y por iniciativa de Aquiles Giacometti, Pichuco y el Gato grabaron dos tangos en un «duetto fueyero» para la historia.

Piazzolla visitando a Troilo en su camerino, poco antes de la presentación que este haría en el Teatro Colón en 1972. Más atrás se ve a su esposa, Zita.

En 1972, con letra de Horacio Ferrer (el mismo de «Balada para un Loco»), Piazzolla escribió un tango en homenaje a su amigo,

Piazzolla estaba en Roma cuando, en 1975, se enteró de la muerte de Pichuco. ese mismo año escribió la «Suite Troileana».

En la contracubierta del disco figuran estas palabras:

“El 18 de mayo del 75 recibo en Roma la noticia del Gordo Pichuco. Comienzan los recuerdos de mi admiración sobre Aníbal Troilo. El sexteto Vardaro, 1937. El Gordo con su orquesta y luego mi debut en 1938–39. Con él aprendí los misterios del tango y el bandoneón. Esta Suite troileana es como decir Gracias Pichuco por todo lo que me has dado, gracias por ser tu amigo, gracias por tu bandoneón. Tu amigo, el Gato Piazzolla. Mayo 1976”. 

Los cuatro movimientos de la Suite se refieren a los cuatro amores de Troilo: el «Bandoneón«, el «Whisky«, el «Escolaso» (Es decir, el Juego) y -por supuesto- su esposa y compañera de toda la vida, «Zita»,

Astor, Zita y Pichuco en Mar del Plata

Cumpliendo con la voluntad de su esposo, Zita le regaló a Piazzolla uno de los cuatro bandoneones de Pichuco. Otros dos fueron para Raúl Garello y Osvaldo Piro. Según tengo entendido, el cuarto, aquel que Pichuco recibió de su madre, quedó en la familia.

Y ya que estamos, nada mejor para terminar esta entrada que escuchar a Piazzolla tocando un tango de Pichuco en ese bandoneón legendario.

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