Tangos para Agus

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Horacio Salgán

Vivió su infancia en el barrio del Abasto, y a los seis años ya estudiaba piano. Chopin, Beethoven, Debussy, … Después pasó por el Conservatorio Municipal, como su mejor alumno. Todavía con 14 años, musicalizaba películas mudas en un cine del barrio. Supo tocar como organista de la iglesia San Antonio, de Villa Devoto, y en eventos familiares. A los 18 años, ya era solista en varias radios (Belgrano, Excelsior, Stentor…), y a los 20, se sumó a la orquesta de Roberto Firpo.

Ya estamos en 1936, y Horacio Salgán realiza su primer arreglo: el tango de Francisco Canaro «Los indios», para Miguel Caló.

Finalmente, en 1944 armó su propia orquesta. Pero, como le dijo el director artístico de una radio, sonaba rara, y su cantor cantaba mal. Estaba hablando de Edmundo Rivero. Lamentablemente no hay registros de esa época que nos permitan juzgar a esa orquesta «rara» y a ese «mal» cantor. Pero, por lo que seguiría después, nos podemos hacer una idea, ¿no?…

No le fue fácil lograr que la gente y los empresarios de las radios y las discográficas se acostumbraran a su estilo. Recién en 1950, con una nuva orquesta, pudo comenzar a grabar sus primeros temas. Aquí te dejo su versión de «Recuerdo», del 4 de mayo de 1950.

Recuerdo (Osvaldo Pugliese y Eduardo Moreno 1924).

y una grabación del 30 de mayo de 1952, acompañando a un muy joven (y casi irreconocible) Goyeneche,

Alma de loca (Guillermo Cavazza, Jacinto Font, 1927).

Tal vez de manera conciente, o por puro instinto, Salgán advirtió que el tango estaba empezando a palidecer. Con la llegada de los primeros LPs, las radios podían pasar música de buena calidad, de mayor variedad, y sin necesidad de contratar grandes orquestas. Los salones de baile, tampoco necesitaban grandes orquestas y, con el tiempo, ni siquiera música en vivo. El tango siguió dando batalla, pero poco a poco fue desapareciendo en el gusto popular ante otros sonidos que llegaban del exterior.

Para 1957, Salgán había disuelto su orquesta, y se refugió en los pequeños locales, como panista. Quiso la fortuna que en el ya inexistente bar Jamaica, conociera al guitarrista Ubaldo de Lío, con quien formaría un duo legendario. Pero esa historia la dejaremos para otro día.

Corría 1960 cuando un amigo común le presenta al contrabajista Rafael Ferro. Juntos, café de por medio en la confitería Richmond, charlaron con Pedro Laurenz, y lo incorporaron como bandoneonista del grupo. Obviamente, Ubaldo de Lio se sumó en guitarra. Y con Enfique Mario Francini al violín, se conformó el famoso «Quinteto Real».

Con el apoyo de Aníbal Troilo (¿cuándo no?) y la presentación del gran Antonio Carrizo, debutaron en Radio el Mundo. Al poco tiempo grabaron su primer LP para el sello Columbia, con la audacia de reinterpretar temas conocidos, pero con un estilo distinto.

Ensueños (Luis Brighenti y Enrique Cadícamo, 1927)

Así comenzó a dar sus primeros pasos un grupo esencial de la época de «Vanguardia».

Con cambios en su formación (Quicho Días, Omar Mirtagh, Leopoldo Federico, Antonio agri, Nestor Marconi, …), el quinteto siguió activo…

Don Agustín Bardi (Horacio Salgán, 1964).

Horacio Salgán se retiró del quinteto en 2001, quedando su hijo César a cargo del piano y la dirección. En 2007, se fue el último de los fundadores, Ubaldo De Lío.

Pero volvieron a tocar juntos, en 2010, durante los festejos del bicentenario.

Salgán tenía 94 años, y Ubaldo De Lío, sólo 81…

En 1970 Salgán se presentó en el Lincoln Center de Nueva York y en 1972, en el Teatro Colón, acompañando a Goyeneche.

Un dato «curioso», es que a Horacio Salgán se lo considera el único tanguero abstemio. Como el mismo diría, «Para muchos, yo era el gil del ambiente». Cordial, sencillo, sobrio, medido, amable, respetuoso, … son algunos de los adjetivos con los que se ha descrito su personalidad. Querido por todos, otros compositores le han dedicado más de una docena de tangos.

En 2015, se estrenó el documental «Salgán & Salgán», un retrato intimista de un padre y un hijo…

Horacio Salgán falleció el 19 de agosto de 2016. Hacía poco más de dos meses que había cumplido los 100 años. 

Para terminar, un recuerdo de cuando por fin pudieron grabar juntos, el pianista que tocaba «raro» y el cantor que cantaba «mal»,

La casita de mis viejos (Juan Carlos Cobian y Enrique Cadícamo, 1932), 17 de julio de 1957 (ERT-7561).

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